Mycobacterium chelonae es una micobacteria de crecimiento rápido que causa infecciones cutáneas y de tejidos blandos por traumas en personas inmunocompetentes y en el huésped inmunocomprometido con enfermedad diseminada, especialmente en pacientes con enfermedades reumatológicas con uso de terapia inmunosupresora1-3.
Presentamos el caso de una paciente con 29años de edad y antecedentes de lupus eritematoso sistémico, sarcoidosis, anemia falciforme +beta talasemia de 4años de evolución, actualmente en tratamiento con rituximab (recibió 2 ciclos de 1g en cada uno de ellos), azatriopina 100mg/día, metilprednisolona 16mg/día, hidroxiurea 1g/día. Ingresó a una clínica de nivel 4 de atención con historia de 3 meses de evolución de dolor en la cadera derecha. Se dio tratamiento farmacológico con analgésicos variados y múltiples infiltraciones en la cadera y el glúteo derechos, con mejoría parcial de su sintomatología. Un mes después hubo recaída del cuadro clínico al presentar un absceso glúteo derecho con cambios inflamatorios locales y presencia de un nódulo doloroso al examen físico. Se realizó drenaje quirúrgico del absceso y se practicaron pruebas de cultivos para bacterias, hongos y micobacterias usuales, que fueron negativas (tinción de auramina rodamina y cultivo en medio sólido (Lowenstein-Jensen), recibiendo tratamiento antibiótico inicial con ceftriaxona +vancomicina y ampicilina sulbactam, sin mejoría alguna. Se tomó biopsia del material quirúrgico, y este a su vez fue sometido a análisis de reacción en cadena de polimerasa (PCR) para detección de micobacterias, en la que se aisló ADN para M.chelonae; se dio tratamiento con claritromicina 1g/día y moxifloxacino 400mg/día, desde mayo de 2014 hasta la fecha actual, con resolución del cuadro clínico.
Las micobacterias no tuberculosas se componen de un grupo de especies que incluyen a: Mycobacterium abscessus (incluyendo tres subespecies), M.chelonae y Mycobacterium fortuitum, que se encuentran ampliamente distribuidas en la naturaleza4.
Clínicamente M.chelonae como patógeno en el hombre presenta numerosas formas clínicas que varían en gravedad, desde infecciones frecuentes leves de piel y tejidos blandos hasta infecciones sistémicas potencialmente fatales.
La infección cutánea es el cuadro clínico más frecuente en pacientes inmunocompetentes, que generalmente es precedida por el antecedente de un traumatismo, fracturas abiertas, heridas por armas punzocortantes y procedimientos quirúrgicos (cirugías plásticas especialmente)5.
En pacientes inmunocomprometidos causa infección cutánea diseminada y generalmente no se identifica la puerta de entrada. Clínicamente se manifiesta por la presencia de infecciones viscerales y abscesos cutáneos que afectan generalmente las extremidades inferiores. También puede causar infecciones traumáticas localizadas (celulitis, abscesos y osteomielitis), y en menor proporción, infecciones relacionadas con heridas quirúrgicas y catéteres.
Es importante que el médico de cabecera en el tratamiento de pacientes con enfermedades autoinmunes y uso de terapias biológicas tenga un alto índice de sospecha de infección por M.chelonae, basándose en 3 pilares: a)el antecedente de trauma cutáneo, principalmente procedimientos estéticos o cirugía; b)la presencia de nódulos subcutáneos y abscesos dolorosos en los lugares del trauma, y c)una mala o inadecuada respuesta a la terapia antibiótica recibida6.
El diagnóstico comienza con la observación directa de la micobacteria en el aspirado de secreciones o el tejido obtenido, mediante la tinción de Ziehl-Neelsen o de auramina-rodamina, más la realización de cultivos especiales para el diagnóstico. La técnica clásica de Ziehl-Neelsen y la de fluorescencia con auramina-rodamina son igualmente eficaces para el diagnóstico, pero alrededor del 30% de las micobacterias de crecimiento rápido pueden presentar fluorescencia negativa con la técnica de auramina-rodamina. Por eso, ante la sospecha de una infección por micobacterias de crecimiento rápido debe realizarse directamente la tinción de Ziehl-Neelsen.
El cultivo bacteriológico nos permite aumentar la sensibilidad del diagnóstico; si obtenemos un resultado negativo a la observación directa no se descarta la enfermedad, por lo que se debe proceder a la realización de muestreos para amplificación del ADN con la técnica de PCR, obteniéndose los patrones de sensibilidad a fármacos de primera y segunda líneas, para guiar el tratamiento más adecuado y eficaz7.
FinanciaciónNo hubo fuente de financiación.