Nos ha dejado Pere Barceló.
Se ha ido demasiado pronto, rodeado del amor de los suyos, y del cariño y la compañía de sus amigos.
Era brillante y carismático. Combinaba inteligencia, visión de futuro y sentido práctico, además de una gran capacidad de gestión, lo que hacía que cualquiera de sus iniciativas tuviese éxito.
Fue el presidente más joven que ha tenido la SER. Con su empuje consiguió ilusionar y atraer a su proyecto a compañeros muy valiosos e igualmente decididos a hacer de la sociedad un referente útil para toda la reumatología española. Aquella junta puso las bases de lo que ahora somos, dotando a la sociedad de solidez científica y estabilidad económica. De hecho, el de 1992 fue el primer ejercicio en que se generó un superávit en nuestras cuentas.
Profesionalmente ha dejado una huella imborrable, dedicándose con la misma brillantez a la gestión y a la práctica clínica, tanto de la medicina pública como de la privada. En el primer ámbito, reorganizó el Servicio de Reumatología del Hospital Vall d’Hebron, haciendo de él uno de los más importantes de España. En el ámbito privado, además de mantener la atención reumatológica en la Clínica Platón, creó Reumatek y el Servicio de Reumatología del Hospital del Sagrat Cor en el que, hasta el último día, ha puesto toda su capacidad, su experiencia y su pasión por la medicina y los pacientes.
Nos conocíamos casi desde los primeros días de su actividad profesional, en el Centro Nacional de Lucha contra las Enfermedades Reumáticas (después Hospital de Malalties Reumàtiques). Desde entonces, siempre hemos estado próximos, y le he seguido en algunas de sus empresas, disfrutando de un compañero, de un jefe (en Vall d’Hebron) y siempre y en cada una de las situaciones, en el trabajo y fuera de él, de un amigo leal y de una buena persona. Ahora, como a todos los que le tuvimos cerca, su pérdida me produce una intensa y dolorosa sensación de vacío.
Querido Pedro, cada tarde, en la consulta, voy apagando las luces que aquí o allá van quedando innecesariamente encendidas, como tú hacías. «Es algo con lo que no puedo» me decías, medio en broma, medio en serio. Las luces que dejaste encendidas, iniciativa, responsabilidad, amor a la especialidad y al trabajo, dedicación a los pacientes… no se apagarán, porque son un ejemplo para todos, y nos acompañarán siempre, junto a tu recuerdo.
Gracias por todo lo compartido a lo largo de tantos años.