Recientemente, hemos conocido la triste noticia del fallecimiento del Dr. Jaume Rotés Querol. Es difícil resumir su personalidad y carisma. Los que hemos estado a su lado durante años lo definimos como nuestro maestro, pero ha sido más que un maestro en reumatología. Su perfil humano igualaba o superaba los conocimientos que tenía de nuestra especialidad, el “oficio” como a él le gustaba decir.
Su ingenio, unido al sentido común, marcó su carrera profesional desde su infancia en Balaguer (Lleida). Le gustaba explicar los primeros años de su juventud y de su carrera profesional, mezclando los hechos con las anécdotas. Así, le gustaba contar que no finalizó los estudios de bachillerato a causa de la guerra civil, pero lo aprobó tras presentarse a un examen, en el que “sólo se tenía que levantar la mano”. Posteriormente, estudió la licenciatura de medicina en la Facultad de Medicina de Barcelona y a los 26 años se trasladó a París, donde fue alumno de Stanislas de Seze en el Hopital Lariboisiere. Por avatares del destino, posteriormente se trasladó a un balneario de Aix-Les-Bains, donde fue colaborador de Jacques Forestier. Ya en 1950, y gracias a la observación no desprovista de ingenio y curiosidad, el Dr. Jaume Rotés sospechó que ciertas alteraciones osificantes de la columna vertebral no correspondían a un patrón definido hasta entonces, y a partir de eso ambos describieron una nueva enfermedad: la hiperostosis anquilosante vertebral senil o enfermedad de Forestier-Rotés.
De nuevo en Barcelona, leyó la tesis doctoral “Contribución al estudio de las manifestaciones osteoarticulares de la brucelosis”, dirigida por Agustí Pedro-Pons. En 1957, fue nombrado jefe del Dispensario de Reumatología de la Clínica Médica del Hospital Clínic y posteriormente, en 1969, director de la Escuela Profesional de Reumatología de la Facultad de Medicina. Durante ese período se formaron numerosos reumatólogos, no sólo de Cataluña sino procedentes de toda España, que posteriormente han divulgado su forma de explorar y de entender la reumatología. No deseo poner ejemplos, pues olvidaría a más de uno, pero sí destacar la labor conjunta con José Muñoz Gómez, José Antonio del Olmo y María Antonia Brancós, que permanecieron con él como sus más estrechos colaboradores, cuando ya se consolidó el Servicio de Reumatología del Hospital Clínic. Desde entonces somos también muchos los reumatólogos que hemos incorporado su visión clínica del paciente con un proceso reumatológico y que hemos seguido “el oficio” que nos enseñó.
Sus conocimientos han quedado recogidos en publicaciones avanzadas para su época. Entre ellas desearía destacar La spondyloarthrite ankylosante, en cuya redacción colaboró con J. Forestier y F. Jacqueline durante su estancia en Francia; la Semiología de los reumatismos, una obra maestra de la metodología de la anamnesis y exploración del aparato locomotor; Estudios sobre el síndrome psicógeno del aparato locomotor, una obra intuitiva basada en la observación y descripción de los trastornos dolorosos del aparato locomotor de origen psíquico y, por último, La gota, un tratado sobre una enfermedad que le interesó de forma especial, quizá porque él mismo la padecía. Además, realizó otras publicaciones que incluyen numerosos artículos originales, entre los que destacaría “La laxitud articular como factor de alteraciones del aparato locomotor”, por ser el artículo en el que describió este síndrome clínico en 1957, en colaboración con A. Arganyo. Por último, escribió numerosas revisiones y editoriales, y a modo de anécdota colaboró de forma regular en una columna de humor de la revista de la Lliga Catalana de Reumatologia.
Durante su vida profesional ocupó numerosos cargos en sociedades científicas de nuestra especialidad y tuvo reconocimientos por su labor, tanto por parte del ámbito médico como de la sociedad civil. Así, el Dr. Rotés fue socio fundador y presidente de la Societat Catalana de Reumatologia y presidente de la Sociedad Española de Reumatología, de la que posteriormente fue nombrado presidente de honor. Asimismo, era miembro honorario de la American Rheumatism Association. Obtuvo numerosos premios a su trayectoria, como la Medalla Narcis Monturiol, pero el más relevante fue La Creu de Sant Jordi, otorgada por la Generalitat de Catalunya en el año 2002 en reconocimiento de su prestigio como especialista en reumatología, destacando entre sus contribuciones científicas la descripción de la enfermedad que lleva su nombre.
Su labor editorial incluyó la de ser fundador y director de la Revista Española de Reumatología, y de forma indirecta se realzó su figura en este ámbito con la creación de una biblioteca virtual especializada en reumatología en el contexto de la Biblioteca Josep Laporte, con el apoyo de la Sociedad Española de Reumatología. Así, durante la presidencia de uno de sus más queridos discípulos, Jordi Carbonell, se creó la Biblioteca virtual Jaume Rotés Querol.
Pero sería incompleto describir su figura sin incluir una de sus grandes preocupaciones, a la que dedicó gran parte de su vida: la ayuda al paciente. Como refería en una entrevista reciente: “No hay nada que supere la sensación de poder ayudar a un enfermo”. Los que hemos estado con él, tanto en el hospital como ayudándole en su consulta privada, sabemos que esto era verdad y no simples palabras. Al Dr. Rotés le gustaba visitar, charlar con sus enfermos, y no concebía una visita sin una buena anamnesis y una exploración integral del paciente, en un ambiente de cordialidad. Era parte de su vida; de hecho, desarrolló su actividad privada hasta hace poco más de un año.
Durante el último año desarrolló otra faceta, la literaria. Así, escribió un libro, Retalls, “pedazos” autobiográficos de su vida, que estoy segura no carecerán de su estilo directo, cargado de fino humor. Estaba muy ilusionado con su próxima publicación; sólo le quedó por escoger el diseño de la cubierta.
En una de las últimas conversaciones que mantuvimos, poco antes de su muerte, me dijo: “Disfruta de la vida”. Personalmente, creo que la vivió con intensidad, entre la medicina, su entorno literario y sus amigos de Calafell. Le gustaba decir que en el último año, tras cerrar su consulta privada, había encontrado el gusto por pasear y disfrutar de las pequeñas cosas. Probablemente, obtuvo entonces esta paz que le costó encontrar en su infatigable vida. Descanse en paz mi querido maestro, Dr. Jaume Rotés.