La enfermedades como la artritis reumatoide (AR) y artritis psoriásica (Apso) son procesos crónicos, que requieren un diagnóstico precoz, monitorización y tratamiento activo1. El estudio EPISER demostró que las enfermedades reumáticas presentan una extraordinaria frecuencia en la población española, tienen un importante impacto social por discapacidad2–4.
Los fármacos biológicos van dirigidos a bloquear diversas moléculas como el factor de necrosis tumoral alfa (infliximab/Remicade®, adamilumab/Humira®, etanercep/Embrel®), otros como (rituximab/Mabthera®), un anticuerpo citotóxico que depleta la población de linfocitos B, con actividad contra receptor CD20, inhibidores de la coestimulación (abatacept/Orencia®), e inhibidores del receptor de interleucina-6 (tocilizumab/Roactemra®)5,6. La administración de estas terapias requiere personal de enfermería experimentado para monitorizar su administración, y realizar tareas de educación, cuidados y control de aparición de efectos adversos1,7,8.
Coincidiendo con la puesta en marcha en nuestro centro de un hospital de día polivalente y el cambio de dispositivo (pluma o jeringa), de nueva prescripción de adalimumab9,10, el doble objetivo de nuestro trabajo fue: a) conocer la opinión de los pacientes tratados con biológicos subcutáneos respecto a la educación realizada por parte de enfermería, y b) evaluar sus preferencias, tras haber utilizado los dos dispositivos de adalimumab (Humira®): jeringa vs pluma. Se realizó una sesión formativa a los pacientes tratados con adalimumab, una encuesta anónima sobre valoración de la educación de enfermería y un cuestionario domiciliario para evaluar diferentes variables de los dos dispositivos, tras administrarse una dosis con «jeringa adalimumab» y posteriormente otra con «pluma adalimumab». Se incluyó a 16 pacientes tratados en tres meses con Humira® jeringa precargada (7V/9M), diagnosticados de AR (9/16) y Apso (7/16), con una edad media de 53,8 años (rango: 29-77). Evolución media de la enfermedad: 7,5 años (rango: 1-21 años), con una media de tratamiento con Humira® de 20,43 meses. Se enseñaron: zonas de punción, manejo del dispositivo y técnica de autoinyección, transporte y conservación de la medicación, eliminación de residuos, conocimientos y cuidados específicos. En una segunda visita de 30min, el personal de enfermería realizaba una valoración global y supervisaba la autoadministración de la medicación.
Las variables evaluadas fueron: dolor a los 0 y 15min post-inyección, dificultad manejo, valoración global y preferencia de dispositivo tras inyectarse una dosis con jeringa precargada y posteriormente otra mediante la pluma. Para la evaluación se utilizó la escala visual analógica (EVA: 0-10), pero dado que el número de pacientes de la muestra era reducido, se agruparon los resultados a escala 1-4. EVA: 0 (1), 1-3 (2), 4-7 (3) y 8-10 (4). Todos los pacientes analizados dieron su consentimieno informado para participar en el estudio.
El 81,25% de los pacientes (13/16) se autoadministraba la medicación y al 18,75% (3/16), otra persona (familiar o enfermera). El 50% de los pacientes (8/16) recibió educación por enfermería previa al tratamiento, valorándola positivamente respondiendo a las siguientes cuestiones: a) valoración global de la atención y educación recibida: el 100% la consideró «muy buena» en una escala (no sabe: 0, muy deficiente: 1, deficiente: 2, normal: 3, buena: 4 y muy buena: 5); b) valoración del tiempo empleado en la visita de enfermería: el 100% lo consideró «muy satisfactorio» en una escala (no sabe: 0, muy escaso: 1, escaso: 2, regular: 3, satisfactorio: 4 y muy satisfactorio: 5), y c) en la utilidad de la formación recibida: 5/8 (62,5%) la valoró «Muy buena» y 3/8 (37,5%) «Buena» entre una escala (no sabe: 0, muy inadecuada: 1, inadecuada: 2, normal: 3, buena: 4 y muy buena: 5). De ellos a 7/8 (87,5%) les hubiera gustado recibirla y 1/8 (12,5%) no lo sabía. Mediante los cuestionarios domiciliarios, se recogen datos tras valorar los dos dispositivos de 13/16 pacientes. Uno no pudo valorar la pluma por infección y 2 no aportaron información final. Las variables principales evaluadas fueron: dolor post inyección a los 0 y 15min, dificultad manejo dispositivo, preferencia dispositivo.
La media agrupada de dolor basal de la jeringa respecto a la pluma durante la administración en 13/16 pacientes fue de 2,15 y 2,0 (p=0,4) (escala 1-4) (prueba de la chi al cuadrado); respecto al dolor 15min post-inyección se evidenció una diferencia significativa entre ambos dispositivos, de 1,85 y 1,46 (p=0,035) (escala 1-4). Comparando la dificultad en el manejo de ambos dispositivos, demostró ser mayor en la jeringa (2,08) respecto de la pluma (1,46), con una significación estadística de p=0,03. No se encontraron diferencias significativas en lo que respecta a la valoración global entre ambos mecanismos (p=0,55). Los resultados respecto al dispositivo preferido fueron: jeringa 1/13 (8%), pluma 7/13 (54%) y indistinta 5/13 (38%).
Tras comparar ambos dispositivos, los pacientes con AR y Apso tratados en nuestro centro consideraron más manejable la pluma que la jeringa, presentan menos dolor a los 15min post-inyección con la pluma y un alto porcentaje utilizarían la pluma. El cuidado del paciente con enfermedades inflamatorias crónicas debe abordarse desde una perspectiva de trabajo en equipo, que incluye médico, enfermera, rehabilitador y fisioterapeuta, etc., siempre con la finalidad de ofrecer una atención global.