Información de la revista
Vol. 6. Núm. S3.
Páginas 16-19 (Marzo 2011)
Compartir
Compartir
Descargar PDF
Más opciones de artículo
Visitas
24283
Vol. 6. Núm. S3.
Páginas 16-19 (Marzo 2011)
Acceso a texto completo
Aportación de la consulta de enfermería en el manejo del paciente con artritis reumatoide
Contribution of murse-led clinics in the management of the patient with rheumatoid arthritis
Visitas
24283
Jenny de la Torre Aboki
Enfermería, Sección de Reumatología, Hospital General Universitario de Alicante, Alicante, España
Este artículo ha recibido
Información del artículo
Resumen
Texto completo
Bibliografía
Descargar PDF
Estadísticas
Tablas (1)
Tabla 1. Objetivos principales (en negrita) y funciones más importantes de la consulta de enfermería.
Resumen

La consulta de enfermería (CE) para la atención al paciente con artritis reumatoide tiene como objetivo fundamental facilitar la independencia del paciente. El empoderamiento y la educación al paciente son dos herramientas eficaces para el logro de ese objetivo. Los principales cuidados de enfermería son la vigilancia de síntomas físicos, toxicidad farmacológica y factores de comorbilidad; manejo del impacto físico y psicológico, y asegurar una continuidad de la atención. Existen evidencias sobre la efectividad de los cuidados proporcionados en la CE y los beneficios económicos derivados de ésta.

Palabras clave:
Consulta de enfermería
Artritis reumatoide
Educación al paciente
Empoderamiento
Abstract

The goal of a nurse-led clinic in the management of rheumatoid arthritis patients is to promote patient independence. Patient education and empowerment are efficacious tools for achieving this. The main nursing care roles are vigilance of physical symptoms, drug toxicity and co-morbidities; management of physical and psychological symptoms; to provide continuity of care. There is evidence supporting the effectiveness of nurse-led clinics and the economic benefits related to it.

Keywords:
Nurse-led clinic
Rheumatoid arthritis
Patient education
Empowerment
Texto completo

«Enfermería es aquella disciplina cuya función es ayudar al individuo sano o enfermo en la realización de aquellas actividades que contribuyan a su salud o recuperación, y que realizaría sin ayuda si tuviese la fuerza, voluntad o conocimiento necesario, haciéndolo de tal modo que se le facilite su independencia lo más rápido posible»1.

La definición de enfermería de Henderson supuso un cambio conceptual en la manera de manejar y relacionarse con el paciente, puesto que se basa en promocionar herramientas para fortalecer la salud y no en centrarse sólo en la enfermedad. Dicha definición constituye, aún hoy en día, la base de la práctica enfermera2.

El concepto de enfermera especialista fue descrito inicialmente en 1900 por De Witt3 y, posteriormente, por Francis Reiter en los años cuarenta, quien acuñó el término de «nurse clinician» para referirse a enfermeras con funciones avanzadas y especialistas4. No obstante, las funciones de la enfermera especialista no se desarrollaron hasta los años setenta5.

En 1974 se inició en Inglaterra la formación de enfermeras metronomistas6,7 para colaborar en la realización de ensayos clínicos a pacientes con artritis reumatoide (AR). De esta manera, en ensayos clínicos, las enfermeras pasaron de realizar funciones técnicas a la administración de cuestionarios específicos y la realización de valoraciones articulares sistemáticas. Puesto que los pacientes presentaban una serie de problemas que requerían de un apoyo físico, emocional y educacional, estas enfermeras empezaron a realizar recomendaciones para el automanejo de la enfermedad8,9, teniendo esta actividad una gran acogida y reconocimiento por parte de los pacientes, que empezaron a demandar la visita enfermera una vez finalizado el ensayo clínico. Por esas fechas ya existían evidencias de que la participación de enfermería en el manejo de pacientes con patología crónica permitía la obtención de mejores resultados que en aquellos pacientes atendidos mediante un modelo estrictamente médico10,11. Esta situación propició la aparición de consultas de enfermería (CE) para la atención a pacientes con AR.

La CE es el espacio apropiado para el manejo del paciente con AR basándose en el cuidado holístico. El término holístico hace mención a que la persona está formada por un conjunto de componentes biofísico, social, cognitivo y psicológico que forman un conjunto integral mayor que la suma de las partes y que interaccionan constantemente entre ellos, por lo que la afectación de un componente altera necesariamente a los demás12. Razón por la cual es necesario valorar desde el inicio y periódicamente, no sólo la enfermedad, sino también otras áreas de importancia para el paciente.

Numerosos artículos han descrito los cuidados de enfermería en la atención al paciente reumático13–23. Los objetivos y las funciones principales se enumeran en la tabla 1. A continuación, se desarrollarán algunas de estas funciones.

Tabla 1.

Objetivos principales (en negrita) y funciones más importantes de la consulta de enfermería.

Vigilancia de los síntomas físicos, toxicidad farmacológica y factores de comorbilidad 
Metronomía: realización de recuentos articulares y recogida de los demás parámetros incluidos en la evaluación clínica sistemática del enfermo 
Interpretar y valorar resultados analíticos 
Monitorización de tensión arterial, glucemia, dislipemia, peso y otros factores de comorbilidad 
Monitorización de efectos adversos de FAME, tratamientos biológicos 
Monitorización de efectos adversos de otros fármacos 
Detección de signos de alarma relacionados con la AR y los tratamientos 
Facilitar la cumplimentación de cuestionarios 
Evaluación del dolor y la fatiga, así como su manejo 
Manejo del impacto físico y psicológico 
Realizar una evaluación holística del paciente 
Planificar un programa de educación estructurado basado en éstas 
Mejorar y/o aumentar el automanejo, la autoeficacia, el afrontamiento eficaz de la enfermedad 
Proporcionar información y recomendaciones sobre tratamientos 
Implementar un plan de cuidados basado en las necesidades del paciente y realizar una evaluación periódica 
Continuación de la atención y enlace entre el paciente y otros profesionales 
Proporcionar apoyo por medio del teléfono de ayuda 
Actuar como personal de contacto de referencia para el paciente 
Detección precoz de incidencias clínicas y evaluación de éstas 
Resolución efectiva de incidencias clínicas presentados por el paciente en el teléfono de ayuda y/o derivación a otro miembro del equipo multidisciplinar/centro de atención primaria 
Actuar de enlace con otros profesionales y centros de atención primaria 
Vigilancia de los síntomas físicos, toxicidad farmacológica y morbilidad

La CE es una herramienta de apoyo en las revisiones periódicas del paciente, donde la enfermera previamente entrenada puede realizar los recuentos articulares y recoger los demás parámetros incluidos en la evaluación clínica sistemática del enfermo24. Considerando que no todos los pacientes que atienden la CE precisan la realización de una valoración articular, ésta podría ser incluida sin la necesidad de una cantidad desmesurada de tiempo, puesto que la evaluación sistemática de 28 articulaciones (incluidas la evaluación del dolor y la inflamación) puede realizarse en una media de 3min y 30s25. La visita a la enfermera para el seguimiento analítico, e incluso para la evaluación periódica al enfermo, además de la resolución de dudas o cuestiones simples, permite evitar la saturación de agendas de citación20,21,24.

Manejo del impacto físico y psicológico

Uno de los objetivos más importantes de la CE es aumentar el automanejo, la autoeficacia y el afrontamiento eficaz, es decir, facilitar la independencia. Para tal fin, el empoderamiento y la educación al paciente son dos herramientas eficaces.

El empoderamiento se describe como aquel proceso mediante el cual se logra hacer consciente al paciente de su capacidad para detectar y resolver problemas relacionados con su enfermedad26. Si un paciente es consciente de sus propios recursos y participa de manera activa en la toma de decisiones tendrá la oportunidad de influenciar positivamente el estado de su enfermedad27. Según Arvidsson26, la revisión regular con el mismo profesional, la dedicación del tiempo necesario y la escucha activa, así como aumentar los conocimientos y lograr un mejor entendimiento de la enfermedad, son los factores por los cuales la CE permite empoderar al paciente.

Además de la adquisición de conocimientos, la educación al paciente tiene como objetivos reducir el dolor y la discapacidad, aumentar la adhesión al tratamiento, dar a conocer normas de protección articular y promover estilos de vida saludables.

Sin embargo, en ocasiones resulta difícil vincular al paciente en la adopción de hábitos saludables. Y es que, aumentar los conocimientos del paciente no es difícil, la dificultad radica en modificar comportamientos negativos28. Un programa de educación al paciente se considera efectivo si realmente produce un cambio de comportamiento positivo. Los cambios de comportamiento son posibles gracias a cambios cognitivos que producen una actitud más positiva para el automanejo de la enfermedad29. Mazzuca demostró que la inclusión de técnicas de psicología cognitivo-conductual en programas de educación incrementaba la efectividad de éstas30. De hecho, aquellos estudios que han demostrado cambios hacia comportamientos saludables mediante programas de educación al paciente31–33 se basan en esta premisa y en la teoría de aprendizaje social de Bandura34.

Esta teoría defiende que el funcionamiento humano requiere la continua interacción entre comportamiento, factores personales y entorno. El factor personal denominado autoeficacia se postuló como un importante determinante del comportamiento. La autoeficacia se define como la confianza que tiene una persona en su habilidad para realizar una tarea específica o lograr un determinado objetivo34. Aquellos pacientes que muestran niveles elevados de autoeficacia creen que pueden lograr cambios positivos en su salud.

De hecho, Lorig et al35 demostraron que la adquisición de conductas saludables en términos de ejercicio, relajación y actividades de automanejo se relaciona con un aumento de la autoeficacia derivada de un programa de educación, más que por el aumento de conocimientos.

De igual manera, otros estudios36–38 han mostrado un aumento de la autoeficacia percibida asociado a mejoría mantenida en dolor, distrés psicológico y menor consumo de recursos sanitarios mediante programas de educación basados en la teoría de la autoeficacia de Bandura39.

Junto con la autoeficacia, otro factor básico a la hora de conseguir cambios de comportamiento es la motivación. Aquellas personas con una motivación intrínseca realizan una actividad por que la consideran interesante, agradable y les produce satisfacción. Lamentablemente, la mayoría de los comportamientos saludables son extrínsecamente motivados. Por ejemplo, mantener una dieta baja en calorías para perder peso, no es interesante ni agradable per se. Por esa razón, hay que considerar que antes de aceptar esa recomendación la persona tendrá que internalizar su motivación. Existen estrategias encaminadas a aumentar nuestra capacidad de motivar al paciente40.

Un elemento clave para la continuidad de la atención es el teléfono de ayuda al paciente. Éste permite tener acceso directo a la enfermera de referencia en caso de necesidad, resolución efectiva de incidencias relacionadas con la enfermedad, así como aumentar la satisfacción de la atención recibida41. Los pacientes hacen uso de este servicio fundamentalmente debido a un aumento de la actividad de la enfermedad y cuando precisan consejo sobre su medicación. Aquellos pacientes que no acceden a la enfermera para realizar una consulta telefónica, en un 60% de los casos, según algunos autores, acuden a su centro de atención primaria. El ahorro de costes sanitarios derivado del teléfono de ayuda ya ha sido evaluado en algunos estudios42.

Existen evidencias que avalan la efectividad de los cuidados proporcionados en la CE21,43,44.

Hill et al21 demostraron que aquellos pacientes que atendieron la CE mostraron mejoría significativa en dolor, rigidez matutina, estado psicológico, conocimientos adquiridos de la enfermedad y el tratamiento y mayor satisfacción con la atención, comparados con aquellos pacientes que fueron revisados sólo por el reumatólogo. El patrón de derivación a otros miembros del equipo multidisciplinar fue también diferente por parte de los dos profesionales, realizando la enfermera más derivaciones a otros miembros del equipo multidisciplinar, principalmente al terapeuta ocupacional y al fisioterapeuta. Asimismo, se observó una correlación entre mayor nivel de estudios y mayor nivel de conocimientos adquiridos en el grupo de pacientes que atendieron la CE.

Este estudio fue replicado posteriormente comparando la atención recibida con reumatólogos residentes, obteniendo similares resultados, por lo que se concluyó que la enfermera especialista proporciona un beneficio adicional en términos de mayor control de los síntomas de la enfermedad y mayor autocuidado del paciente43.

En un estudio de similares características realizado en nuestro medio, Rodríguez-Lozano et al45 también observaron diferencias significativas en la adquisición de conocimientos de un grupo de enfermos que atendieron una CE individualizada sobre AR comparado con un grupo de enfermos que no recibió dicha intervención y, al igual que ocurrió en el estudio realizado por Hill et al21, observaron una correlación entre mayor nivel de estudios y mayor nivel de conocimientos adquiridos, que se reflejó en una disminución del dolor y del número de articulaciones dolorosas, así como en el empleo de medidas de protección articular en ese grupo de pacientes.

Es por todos conocido que el manejo del paciente reumático debería ser multidisciplinar, si bien existen diferentes tipos de atención multidisciplinar: atención multidisciplinar con ingreso del paciente, atención multidisciplinar ambulante, y atención multidisciplinar ambulante coordinado por la enfermera. Según algunos autores44,46, el coste de la atención multidisciplinar coordinado por la enfermera ha mostrado unos resultados equivalentes en cuanto a utilidad y calidad de vida del paciente, a un coste inicial mucho menor comparado con el manejo del paciente por un equipo multidisciplinar ingresado o ambulante; del mismo modo, los costes directos e indirectos son menores con la atención multidisciplinar coordinada por la enfermera comparado con un equipo multidisciplinar ingresado o ambulante, fundamentalmente debido al hecho de que con las dos últimas alternativas, el paciente ha de seguir un protocolo establecido y con la atención multidisciplinar coordinado por la enfermera, ésta deriva a otros miembros del equipo en función del status de la enfermedad.

Cabe mencionar, sin embargo, que no se debe esperar una reducción de costes tras la inmediata inclusión de una enfermera en el equipo multidisciplinar, puesto que esas nuevas funciones suponen al inicio un coste adicional47. No obstante, cuanto más tiempo dedique la enfermera a unas funciones determinadas, mayor será el impacto en la eficiencia48.

Conclusión

El resultado de un trabajo conjunto reumatólogo-enfermera, en el actual sistema sanitario con recursos limitados, no sólo permite mejorar la calidad de la atención recibida, sino que permite proporcionar dicha atención a un mayor número de pacientes.

Existen evidencias en la literatura que confirman la aportación de la CE en el manejo a pacientes con AR, es decir, qué aportan, cómo realizan esa aportación, cuánto cuesta y qué ahorro supone esa aportación al sistema sanitario. Sin embargo, la mayoría de esos estudios no se ha realizado en nuestro medio. Sería necesario elaborar proyectos de investigación para conocer la efectividad de la CE en nuestra realidad sociosanitaria.

Conflicto de intereses

La autora declara no tener ningún conflicto de intereses.

Bibliografía
[1]
V.A. Henderson.
An overview of nursing research.
Nurs Res., 15 (1966), pp. 10-16
[2]
E. Linsey.
Health within illness: experiences of chronically ill/disabled people.
J Adv Nurs., 24 (1996), pp. 465-472
[3]
K. De Witt.
Specialities in nursing.
Am J Nurs., 1 (1900), pp. 14-17
[4]
F. Reiter.
The nurse-clinician.
Am J Nurs., 66 (1966), pp. 274-280
[5]
G. Castledine.
The development of advanced nursing practice in the UK.
Advanced nursing practice, 2nd ed.,
[6]
H.A. Bird, V. Wright, D. Galloway.
Clinical metrology- a future career grade.
Lancet., 2 (1980), pp. 138-140
[7]
H.A. Bird, P. Leatham, P. Le Gallez.
Clinical metrology: an extended nursing role? So what is a metrologist?.
Nurs Times., 77 (1981), pp. 1926-1927
[8]
K. Mounce, S. Ryan.
The historical development of extended clinical roles in rheumatology.
Defining the extended clinical role for Allied Health Professionals in Rheumatology,
[9]
H.A. Bird.
Divided rheumatology care: the advent of the nurse practitioner?.
Ann Rheum Dis., 42 (1983), pp. 354-355
[10]
J.D. Jordan, J.C. Shipp.
The primary health care professional was a nurse.
Am J Nurs., 71 (1971), pp. 922-925
[11]
J.D. Stoeckle, B. Noonan, R.M. Farrisey, A. Sweatt.
A medical nursing clinic for the chronically ill.
Am J Nurs., 63 (1963), pp. 87-89
[12]
H.L. Erickson.
Philosophy and theory of holism.
Nurs Clin North Am., 42 (2007), pp. 139-163
[13]
J. Hill.
Patient evaluation of a rheumatology nursing clinic.
Nurs Times., 82 (1986), pp. 42-43
[14]
S. Ryan, S. Oliver.
Rheumatoid arthritis.
Nurs Standard., 16 (2002), pp. 45-52
[15]
S. Oliver, J. Mooney.
Targeted therapies for patients with rheumatoid arthritis.
Prof Nurse., 17 (2002), pp. 716-720
[16]
M.A. Sutcliffe.
A regional nurse-led osteoporosis clinic.
Nurs Standard., 13 (1999), pp. 46-47
[17]
S. Ryan.
Defining the role of the specialist nurse.
Nurs Standard., 10 (1996), pp. 27-29
[18]
V. Arthur.
Nursing care of patients with rheumatoid arthritis.
Br J Nurs., 3 (1994), pp. 325-331
[19]
J. Hill, A. Polland.
Nurse clinics: not just assessing patients’ joints.
Chronic disease: a rheumatology example,
[20]
F. Moyá, M. Rusiñol, J. Comulada, S. Martínez, R. Soler, J. Granados.
Actividad asistencial realizada por la enfermera de reumatología en un servicio hospitalario.
Rev Esp Reumatol., 26 (1999), pp. 304-309
[21]
J. Hill, H. Bird, R. Harmer, V. Wright, C. Lawton.
An evaluation of the effectiveness, safety and acceptability of a nurse practitioner in a rheumatology outpatient clinic.
Br J Rheumatol., 33 (1994), pp. 283-288
[22]
A. Leary, S. Oliver.
Clinical nurse specialist: adding value to care.
Royal College of Nursing, (2010),
[23]
S. Ryan, J. Hill.
A survey of practice in nurse led rheumatoid arthritis clinics.
Rheumatology (Oxford)., 43 (2004), pp. ii411
[24]
Grupo GUIPCAR. Guía de práctica clínica para el manejo de la artritis reumatoide en España. Sociedad Española de Reumatología: Madrid; 2007.
[25]
E. Batlle-Gualda, J. De la Torre, E. Pascual, P. Vela, A. Martínez, J. Esteve, et al.
Recuentos articulares: ¿cuánto tiempo se tarda?.
Rev Esp Reumatol., 29 (2002), pp. 222
[26]
S.B. Arvidsson, A. Petersson, I. Nilsson, B. Andersson, B.I. Arvidsson, I.F. Petersson, et al.
A nurse-led rheumatology clinic's impact on empowering patients with rheumatoid arthritis: a qualitative study.
Nurs Health Sci., 8 (2006), pp. 133-139
[27]
S.P. Newman, T.A. Revenson.
Coping with rheumatoid arthritis.
Baillieres Clin Rheumatol., 7 (1993), pp. 259-280
[28]
M.M. Gordon, E.A. Thomson, R. Madhok, H.A. Capell.
Can intervention modifies adverse lifestyle variables in a rheumatoid population? Results of a pilot study.
Ann Rheum Dis., 61 (2002), pp. 66-69
[29]
P.S. Helliwell, M. O’Hara, J. Holdsworth, A. Hesselden, T. King, P. Evans.
A 12-month randomized controlled trial of patient education on radiographic changes and quality of life in early rheumatoid arthritis.
Rheumatology (Oxford)., 38 (1999), pp. 303-308
[30]
S.A. Mazzuca.
Does patient education in chronic disease have therapeutic value?.
J Chronic Dis., 35 (1982), pp. 521-529
[31]
K. Lorig, D. Lubeck, R.G. Kraines, M. Seleznick, H.R. Holman.
Outcomes of self-help education for patients with arthritis.
Arthritis and Rheum., 28 (1985), pp. 680-685
[32]
Y. Lindroth, C. Bauman, C. Barnes, M. McCredie, P.M. Brooks.
A controlled evaluation of arthritis education.
Br J Rheumatol., 28 (1989), pp. 7-12
[33]
E. Taal, J.J. Rasker, O. Wiegman.
Patient education and self-management in the rheumatic diseases: a self-efficacy approach.
Arthritis Care Res., 9 (1996), pp. 229-238
[34]
A. Bandura.
Self-efficacy: toward a unifying theory of behavioural change.
Psychol Rev., 84 (1977), pp. 191-215
[35]
K. Lorig, M. Seleznick, D. Lubeck, E. Ung, R.L. Chastain, H.R. Holman.
The beneficial outcomes of the arthritis self-management course are not adequately explained by behaviour change.
Arthritis Rheum., 32 (1989), pp. 91-95
[36]
K. Lorig, H. Holman.
Arthritis self-management studies: a twelve year review.
Health Educ Q., 20 (1993), pp. 17-28
[37]
K. Lorig, P.D. Mazonson, H. Holman.
Evidence suggesting that health education for self-management in patients with chronic arthritis has sustained health benefits while reducing health care costs.
Arthritis Rheum., 36 (1993), pp. 439-446
[38]
J.H. Barlow, A.P. Turner, C.C. Wright.
Sharing, caring and learning to take control.
Psychol Health Med., 3 (1998), pp. 384-395
[39]
A. Bandura.
Human agency in social cognitive theory.
Am Psychol, 44 (1989), pp. 117511-117584
[40]
V.D. Johnson.
Promoting behaviour change: making healthy choices in wellness and healing choices in illness –use of Self-determination theory in nursing practice.
Nurs Clin North Am., 42 (2007), pp. 229-241
[41]
P. Cornell, C. Thwaites, S. Oliver.
Telephone helplines.
Chronic disease nursing: A Rheumatology example.,
[42]
R.A. Hughes, M.E. Carr, A. Huggett, C.E. Thwaites.
Review of the function of a telephone helpline in the treatment of outpatients with rheumatoid arthritis.
Ann Rheum Dis., 61 (2002), pp. 341-345
[43]
J. Hill, R. Thorpe, H. Bird.
Outcomes for patients with rheumatoid arthritis –a rheumatology nurse practitioner clinic compared to standard outpatient care.
Musculoskeletal Care., 1 (2003), pp. 5-20
[44]
G.T. Tijhuis, A.H. Zwinderman, J.M.W. Hazes, W.B. Van den Hout, F.C. Breedveld, T.P.M. Vliet Vlieland.
A randomized comparison of care provided by a clinical nurse specialist, an inpatient team, and a day patient team in rheumatoid arthritis.
Arthritis Rheum., 47 (2002), pp. 525-531
[45]
C. Rodríguez-Lozano, A. Bilbao, A. Naranjo, S. Ojeda, F. Francisco.
Educación del paciente con artritis reumatoide: su influencia en la evolución de la enfermedad.
Rev Esp Reumatol., 23 (1996), pp. 40-48
[46]
W.B. Van den Hout, G.J. Tijhuis, J.M.W. Hazes, F.C. Breedveld, T.P.M. Vliet Vlieland.
Cost effectiveness and cost utility analysis of multidisciplinary care in patients with RA: a randomized comparison of clinical nurse specialist care, inpatient team care, and day patient team care.
Ann Rheum Dis., 62 (2003), pp. 308-315
[47]
C.K. Van der Sluis, L. Datema, I. Saan, D. Stant, P.U. Dijkstra.
Effect of a nurse practitioner on a multidisciplinary consultation team.
J Adv Nurs., 65 (2009), pp. 625-633
[48]
M.A. Van Offenbeek, M. Knip.
The organizacional and performance effects of nurse practitioner roles.
J Adv Nurs., 47 (2004), pp. 672-681
Copyright © 2010. Elsevier España, S.L.. Todos los derechos reservados
Idiomas
Reumatología Clínica
Opciones de artículo
Herramientas
es en

¿Es usted profesional sanitario apto para prescribir o dispensar medicamentos?

Are you a health professional able to prescribe or dispense drugs?