Las enfermedades reumáticas son la causa más frecuente de dolor crónico no maligno. En los últimos años el dolor y su manejo han cobrado mayor relevancia en reumatología.
ObjetivosEstablecer la prevalencia y las características del dolor asociado a enfermedad reumática atendido en consultas de reumatología de nuestro país, así como de su tratamiento y la respuesta a este.
MétodosEstudio multicéntrico observacional con 2 fases, una transversal y otra prospectiva. Se recogieron variables del médico, paciente, dolor y su manejo, comorbilidades, respuesta terapéutica y aspectos psicosociales relacionados. Se analizaron las diferencias entre pacientes nuevos y en revisión (PR).
ResultadosSe incluyeron 34 centros y 1.084 pacientes, 32% pacientes nuevos y 68% PR. En general, el dolor estaba presente en el 86% de los pacientes, era crónico en el 81% y neuropático en un 12%. El 50% de los pacientes consideraría el dolor aceptable cuando la intensidad en la escala visual numérica fuese≤2. Entre los PR existía mayor percepción de dolor controlado (65,5% vs. 49,4%) y satisfacción con el tratamiento (53,3% vs. 35,6%). El 23,5% estaba en tratamiento con opioides en el mes previo.
ConclusionesEn la última década la prevalencia de dolor en el ámbito reumatológico en nuestro país persiste elevada, aunque ha disminuido. El empleo de opioides, por otra parte, ha aumentado.
rheumatic diseases are the most frequent cause of non-malignant chronic pain. In recent years, pain and its management have become more important in rheumatology.
Objectivesto estimate the prevalence and characteristics of pain associated with rheumatic pathology treated in rheumatology clinics in Spain, as well as their treatment and response to it.
MethodsMulticentre observational study with two phases (cross-sectional and prospective). Variables were collected from the doctor, patient, pain and its management, comorbidities, therapeutic response and related psychosocial aspects. The differences between de novo (NP) vs follow-up (FP) patients were analyzed.
Results34 centres and 1084 patients were included, 32% NP and 68% FP. Pain was present in 86%, was chronic in 81% and neuropathic in 12% of the surveyed population. Fifty percent of the patients would regard their pain as tolerable if its intensity according to the visual numeric scale (VNS) was≤2. Among the FP it was more frequent to have the perception of controlled pain (65.5% vs 49.4%) and to be satisfied with the treatment (53.3% vs. 35.6%). Of these patients, 23.5% had been treated with opioids in the previous month.
ConclusionsIn the last decade, the prevalence of pain in rheumatology in Spain remains high, although it has diminished. The use of opioids, on the other hand, has increased.
Las enfermedades reumáticas son la causa más frecuente de dolor crónico no maligno1,2. Un 18,29% de la población española refirió estar diagnosticada de artritis, artrosis o reumatismo, y el 34,49% padecer dolor de espalda crónico (cervical o lumbar), con una prevalencia superior a cualquier otro proceso crónico, según la Encuesta Nacional de Salud del Instituto Nacional de Estadística3. El dolor es el síntoma principal y más frecuente en estas afecciones, y el binomio dolor-proceso reumático conlleva importante comorbilidad, pérdida de capacidad funcional, incapacidad laboral y disminución de la calidad de vida4–8.
Escasos estudios epidemiológicos han valorado la relación potencial entre dolor, enfermedad reumática, capacidad funcional y calidad de vida, especialmente en el ámbito reumatológico. Solo el estudio EPIDOR, de 20025, analizó aspectos relacionados con el dolor en la enfermedad reumática en consultas ambulatorias reumatológicas. Mostró que el dolor estaba presente en el 95% de los casos —siendo un 80% crónico—, la calidad de vida estaba notablemente afectada, un 40% de los pacientes en revisión mantenía un control insatisfactorio del dolor y el uso de opioides era inferior al 5%. Asimismo, el 40% y 15% de los casos presentaba depresión leve y moderada, respectivamente.
Desde entonces el dolor ha cobrado mayor relevancia en el mundo médico y científico en general. Adicionalmente, los nuevos conocimientos en el campo del dolor, las revisiones sistemáticas sobre intervenciones terapéuticas y las guías en la utilización de analgésicos9–14 deberían haber contribuido a un mejor control del dolor en nuestro contexto, aunque esto no se ha evaluado en modo alguno. Por otro lado, el estudio EPIDOR5 no pudo evaluar ciertos aspectos de interés por ser un estudio transversal, y otros no se recogieron (dolor neuropático, identificación de parámetros de dolor no controlado e identificación de respuestas clínicamente relevantes).
Todo ello justifica realizar un nuevo estudio epidemiológico sobre el dolor en enfermedad reumática atendida por los reumatólogos con los siguientes objetivos: estimar la prevalencia y características del dolor asociado a enfermedad reumática atendida en consultas de reumatología de nuestro país; describir los aspectos psicosociales, calidad de vida e incapacidad laboral asociadas; describir la satisfacción con el tratamiento y grado de dolor controlado; evaluar las diferencias entre pacientes que acuden a consulta por primera vez y en revisión, e identificar los cambios clínicamente relevantes, así como la variable que más se asocia a ellos. En este artículo nos ceñiremos al análisis descriptivo y a la comparación entre pacientes nuevos y en revisión para cada variable analizada.
Pacientes, material y métodosDiseño general: estudio multicéntrico observacional, con 2 fases, una transversal y otra prospectiva.
Población de estudio y selección de participantesLa recogida de datos se realizó en 34 centros —de los 40 escogidos inicialmente, 6 rechazaron participar—, seleccionados en función de su excelencia en la participación en proyectos de investigación previos y su interés en este tipo de estudios, considerando además el criterio de distribución geográfica para que fueran representativos del territorio nacional.
Se incluyeron pacientes atendidos en consultas de reumatología no monográficas y se excluyeron aquellos en los que la recogida fiable de información fuera imposible (por demencia, dificultad para entender las preguntas, no dominio del idioma, etc.) o pacientes con traumatismo previo no relacionado con la enfermedad reumática como principal desencadenante del dolor.
Los pacientes se seleccionaron según la lista de aleatorización remitida a cada centro, de acuerdo al orden de atención en consulta. Dicha lista se elaboró de forma centralizada y constaba de 50 números seleccionados aleatoriamente entre el 1 y el 200. En el caso de que el paciente correspondiente cumpliese los criterios de selección se le proponía su participación; si no aceptaba participar, era sustituido por el siguiente paciente según lista aleatoria. Se fijó en 30 el número de pacientes a incluir por cada centro (número definido por conveniencia; se consideró que una muestra total de 1.200 pacientes permitiría estimar prevalencias, hacer comparaciones de subgrupos y comparaciones con los datos del estudio EPIDOR). La distribución de pacientes nuevos (PN) y en revisión (PR) incluidos en cada centro se realizó de forma que representase aproximadamente la existente en una consulta de reumatología tipo (razón pacientes nuevos:pacientes en revisión=1:2).
El estudio fue aprobado por los comités éticos de investigación clínica y las gerencias de todos los hospitales participantes, y se realizó de acuerdo con los principios de la Declaración de Helsinki y la International Guidelines for Ethical Review of Epidemiological Studies (Council for the International Organizations of Medical Sciences-Ginebra, 1991). Todos los sujetos incluidos prestaron su consentimiento informado previamente a su participación en el estudio.
Visitas de estudio y variablesEn cada visita el médico completó un cuestionario estandarizado y, los pacientes, una serie de cuestionarios autoadministrados. La segunda visita se realizó a aquellos sujetos que en la primera presentaban dolor moderado, grave o no suficientemente controlado (dolor≥4 en la escala numérica del dolor), siempre que se les hubiera instaurado un nuevo tratamiento, se hubiera modificado el existente o se esperara que con el tratamiento que traían prescrito se produjeran cambios en un plazo breve. Esta segunda visita debía realizarse entre uno y 3 meses después de la visita 1, en el momento en que se estimase que el proceso doloroso debería estar controlado o, cuando menos, en el momento en que pudiese realizarse una evaluación definitiva de la respuesta al tratamiento prescrito.
El trabajo de campo se realizó entre octubre de 2012 y julio de 2013.
Las variables incluidas fueron:
- -
Características sociodemográficas y laborales de médico y paciente. Hábitos de vida de este último.
- -
Fecha de inicio de síntomas, motivo de consulta (PN o en revisión PR), tiempo de seguimiento en reumatología.
- -
Enfermedades asociadas (cardiovascular, respiratoria, digestiva, neurológica, psiquiátrica, metabólica, nefropatía) y su tratamiento.
- -
Características del dolor: duración, localización (se consideró dolor generalizado cuando se localizaba por encima y debajo de la cintura y a ambos lados del cuerpo), diagnóstico al que se atribuye, tipo y patrón, intensidad e interferencia-medido mediante escala visual numérica ([EVN] utilizada en versión impresa, en escala de 0 —ningún dolor— a 10 —el peor dolor imaginable— y con orientación horizontal, de forma estandarizada en todos los centros)15 y cuestionario breve para la evaluación del dolor (BPI)16 y cuestionario de diagnóstico de dolor neuropático8.
- -
Manejo del dolor: se exploró el tratamiento que los pacientes traían prescrito o habían recibido durante el mes anterior a la consulta, y el tratamiento prescrito por el reumatólogo en la visita basal. Se recogió información acerca del tratamiento farmacológico analgésico propiamente dicho (analgésicos simples, AINE, COX-2, opiáceos menores y mayores, capsaicina y otros), el coadyuvante (diferenciando entre antidepresivos, anticonvulsivantes, miorrelajantes, anestésicos locales, SYSADOA, corticoides, FAME, biológicos, toxina botulínica y otros) y las técnicas intervencionistas (incluyendo infiltraciones corticoideas, sinoviortesis, radiofrecuencia, ozonoterapia, hialuronato intraarticular y otras). También información sobre el tratamiento no farmacológico de cualquier tipo (educación del paciente, psicoterapia, relajación, actividad física, rehabilitación, fisioterapia, hidroterapia, masoterapia, quiropraxia, osteopatía, electroterapia, TENS, acupuntura, homeopatía y otros).
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Cumplimiento terapéutico del tratamiento pautado en la visita basal (valorado por el reumatólogo en la visita seguimiento).
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Valoración de las respuestas clínicas: mediante la Escala de impresión clínica global de cambio17, una pregunta específica sobre la situación de dolor controlado, una pregunta sobre la respuesta terapéutica suficiente para hacer una vida normal y una pregunta sobre autopercepción de dolor controlado con respecto al dolor previo.
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Calidad de vida —mediante cuestionario SF1218—, catastrofismo —mediante Pain Catastrophizing Scale (PCS), versión española19—, afectación anímica —mediante Escala de ansiedad y depresión hospitalaria (HADS)20 y Escala de Zung21—.
Se realizó un análisis descriptivo con cálculo de frecuencias absolutas y relativas para las variables cualitativas, y medias y desviaciones estándar (DE) o medianas y rangos intercuartílicos (RI) para las variables cuantitativas, según se distribuyesen normalmente o no. Posteriormente se analizaron las diferencias entre PN y PR mediante cálculo de «t» de Student para variables cuantitativas o test no paramétricos si no se pudo asumir normalidad, y test de la Chi cuadrado, corrigiendo por continuidad de Yates o Fisher en las tablas 2:2, para las cualitativas.
Se asumió como valor estadísticamente significativo p<0,05. El programa estadístico usado para el análisis fue el SPSS 21.0 para Windows.
ResultadosReclutamiento de pacientes y composición de la muestra por tipo de consultaAunque inicialmente se había establecido un número fijo de 30 pacientes por hospital para obtener la muestra total, al reducirse el número de centros previstos se solicitó a otros que aumentaran la inclusión de pacientes para compensar estas pérdidas.
El reclutamiento se realizó de forma acorde con el protocolo, incluyendo los pacientes de forma consecutiva según la tabla de aleatorización mencionada previamente. En total se reclutaron 1.084 pacientes. De 1.075 para los que se dispone del dato del tipo de consulta, 342 (32%) eran PN y 733 (68%) eran PR.
El 50% de los pacientes había acudido al menos 2 veces a la consulta durante el último año (RI 1-3) y llevaba en seguimiento al menos 34 meses (RI 3-94) (fig. 1) para distribución de la muestra por centro.
Resultados de la visita basalLos datos de variables sociodemográficas y situación laboral se muestran en la tabla 1. En cuanto a incapacidad laboral, la incapacidad permanente reconocida era significativamente mayor en pacientes que acudían a revisión (8,8% en PN; 17,3% en PR).
Datos sociodemográficos. Visita basal
Total muestra | PN | PR | Valor de p* | ||||
---|---|---|---|---|---|---|---|
N | % | N | % | N | % | ||
Sexo (n total=1.068; n PN=336; n PR=725) | |||||||
Hombre | 311 | 29,1 | 98 | 29,2 | 213 | 29,4 | 0,994 |
Mujer | 757 | 70,9 | 238 | 70,8 | 512 | 70,6 | |
Grupos de edad (n total=1.075; n PN=338; n PR=729) | |||||||
De 19 a 45 años | 237 | 22 | 68 | 20,1 | 167 | 22,9 | 0,154 |
De 46 a 65 años | 529 | 49,2 | 181 | 53 | 344 | 47,2 | |
Mayor de 65 años | 309 | 28,7 | 89 | 26,3 | 218 | 29,9 | |
País de origen (n total=1.033; n PN=329; n PR=700) | |||||||
España | 986 | 95,5 | 318 | 96,7 | 664 | 94,9 | |
Europa | 9 | 0,9 | 2 | 0,6 | 7 | 1,0 | |
América Latina | 34 | 3,3 | 8 | 2,4 | 26 | 3,7 | |
Otros | 4 | 0,4 | 1 | 0,3 | 3 | 0,4 | |
Ámbito de residencia (n total=1.054; n PN=333: n PR=714) | |||||||
Urbano (>10.000 habitantes) | 829 | 78,7 | 250 | 75,1 | 574 | 80,4 | 0,147 |
Semiurbano (5.000-10.000 habitantes) | 122 | 11,6 | 45 | 13,5 | 75 | 10,5 | |
Rural (<5.000 habitantes) | 103 | 9,8 | 38 | 11,4 | 65 | 9,1 | |
Nivel de estudios (n total=1.060; n PN=336; n PR=721) | |||||||
Sin estudios | 98 | 9,2 | 26 | 7,7 | 72 | 10,0 | 0,493 |
Primarios | 601 | 56,7 | 187 | 55,7 | 412 | 57,1 | |
Secundarios | 189 | 17,8 | 63 | 18,8 | 126 | 17,5 | |
Superiores | 172 | 16,2 | 60 | 17,9 | 111 | 15,4 | |
Estado civil (n total=1.048; n PN=327; n PR=717) | |||||||
Soltero | 118 | 11,3 | 39 | 11,9 | 79 | 11,0 | 0,886 |
Casado | 762 | 72,7 | 238 | 72,8 | 521 | 72,7 | |
Viudo | 112 | 10,7 | 34 | 10,4 | 78 | 10,9 | |
Separado | 27 | 2,6 | 6 | 1,8 | 21 | 2,9 | |
Divorciado | 21 | 2 | 7 | 2,1 | 14 | 2,0 | |
Otro estado civil | 8 | 0,8 | 3 | 0,9 | 4 | 0,6 | |
Situación laboral (n total=1.070; n PN=338; n PR=727) | |||||||
Trabajador activo | 396 | 37 | 120 | 35,5 | 274 | 37,7 | 0,041 |
Parado | 95 | 8,9 | 39 | 11,5 | 56 | 7,7 | |
Estudiante | 15 | 1,4 | 8 | 2,4 | 7 | 1,0 | |
Ama de casa | 266 | 24,9 | 89 | 26,3 | 176 | 24,2 | |
Jubilado o prejubilado | 298 | 27,9 | 82 | 24,3 | 214 | 29,4 | |
Baja laboral (n total=981; n PN=313; n PR=663) | |||||||
No | 936 | 95,4 | 296 | 94,6 | 636 | 95,9 | 0,340 |
Sí | 45 | 4,6 | 17 | 5,4 | 27 | 4,1 |
Un 19% era fumador habitual —el 53,6% nunca había fumado— y 72,8% no bebía alcohol nunca o casi nunca —el consumo frecuente de alcohol era muy raro (menos del 1%)—. El sedentarismo era elevado —el 22,5% no había hecho ninguna actividad física en los últimos 6 meses en su tiempo libre—. No se encontraron diferencias estadísticamente significativas entre PN y PR.
En la figura 2 se muestran las comorbilidades. La hipertensión arterial (25,6%) y la hipercolesterolemia (19,4%) eran los factores de riesgo más frecuentes. No se encontraron diferencias estadísticamente significativas entre PN y PR en la frecuencia de comorbilidades, salvo la enfermedad digestiva, más prevalente entre los últimos (15,5% versus 22,0%, respectivamente).
Un 64,7% presentaba alta probabilidad de ansiedad y el 22,0% de depresión (significativamente mayor en PN que en PR; 26,5% y 19,7% respectivamente). Un 23% presentaba catastrofización clínicamente relevante (puntuación≥30 en la PCS)22 y la calidad de vida relacionada con la salud (según la puntuación en el SF-12) era peor, física (puntuación media 37,5 [DE: 10,6]) y mentalmente (44,9 [DE: 13,17]) que en la población de referencia, sin diferencias significativas entre PN y PR.
La prevalencia e intensidad del dolor se muestran en la tabla 2.
Prevalencia e intensidad de dolor
Total muestra | PN | PR | Valor de p* | ||||
---|---|---|---|---|---|---|---|
N | % | N | % | N | % | ||
Dolor en la última semana (n=1.056) | 905 | 85,7 | 294 | 88,6 | 605 | 84,3 | 0,065 |
Dolor en algún momento de la enfermedad (n=1.084) | 1044 | 96,3 | 325 | 95,0 | 712 | 97,1 | 0,082 |
Sin ningún dolor durante la enfermedad | 40 | 3,7 | 17 | 5,0 | 21 | 2,9 | |
Dolor con criterios de dolor generalizadoa(n=869) | 224 | 25,8 | 71 | 25,4 | 148 | 25,3 | 0,937 |
DE | DE | DE | |||||
Intensidad de dolor (EVNb) en la última semana (n=1.071) | 5 | 2,66 | 5,0 | 2,54 | 4,6 | 2,70 | 0,036 |
Las localizaciones del dolor se recogen en la figura 3 (para todos los dolores que sufrían los pacientes, independientemente de su intensidad) y figura 4 (para el dolor dominante, definido como aquel que el paciente pensaba que era más intenso o le afectaba más a su actividad normal. Solo se permitió identificar una localización).
El dolor dominante más habitual era nociceptivo (83,4% del total de pacientes de la muestra) —somático un 97,3%—, siendo mucho menos frecuentes el dolor neuropático (12,0%) y el psicógeno (6,3%). En cuanto a la duración, los resultados muestran que el dolor había estado presente durante más de 3 meses en la mayoría de los pacientes (80,5% del total de pacientes de la muestra). En la tabla 3 se muestra su patrón de presentación.
Patrón del dolor dominante
Total muestra | PN | PR | Valor de p* | ||||
---|---|---|---|---|---|---|---|
N | % | N | % | N | % | ||
Patrón A (n=1.034) | |||||||
Dolor continuo | 435 | 42,1 | 137 | 42,4 | 292 | 41,5 | 0,777 |
Dolor intermitente | 599 | 57,9 | 186 | 57,6 | 412 | 58,5 | |
Patrón B (n=1.034) | |||||||
Predominio en reposo | 185 | 17,9 | 41 | 12,7 | 144 | 20,5 | 0,005 |
Predominio en movimiento | 551 | 53,3 | 191 | 59,0 | 356 | 50,6 | |
Igual en reposo que en movimiento | 298 | 28,8 | 92 | 28,4 | 203 | 28,9 | |
Patrón C (n=1.030) | |||||||
Diurno | 420 | 40,8 | 136 | 42,5 | 281 | 40,0 | 0,174 |
Nocturno | 146 | 14,2 | 36 | 11,3 | 110 | 15,6 | |
Todo el día | 464 | 45 | 148 | 46,3 | 312 | 44,4 | |
Patrón D (n=969) | |||||||
Con picos o brotes a lo largo del día | 640 | 66 | 201 | 66,8 | 437 | 66,1 | 0,840 |
Sin picos ni brotes a lo largo del día | 329 | 34 | 100 | 33,2 | 224 | 33,9 |
La lumbar (68%) eran la localización más frecuente del dolor dominante en la columna, las manos (56%) en los miembros superiores y las rodillas (45%) en los miembros inferiores, con una distribución similar entre PN y PR.
Los diagnósticos que se consideraron causantes del dolor dominante se recogen en la figura 5.
Se observaron diferencias significativas entre PN y PR. En los primeros los diagnósticos más habituales, por orden de frecuencia, fueron la artrosis, los reumatismos de partes blandas, las algias vertebrales y las artropatías inflamatorias (artritis reumatoide, espondilitis anquilosante y artritis psoriásica, las más frecuentes: 44%, 19% y 17% del total, respectivamente). En los PR las artropatías inflamatorias, la artrosis y los reumatismos de partes blandas.
Si comparamos ambos grupos las artrosis, los reumatismos de partes blandas, las algias vertebrales y los dolores neuropáticos eran más frecuentes en los PN como causantes del dolor dominante. Las artropatías inflamatorias, en cambio, eran más frecuentes en los PR.
Respecto al tratamiento de las comorbilidades un 42,5% del total de pacientes de la muestra recibía protector gástrico IBP y el 24,5%, antihipertensivos. Tanto el tratamiento con IBP como el uso de esteroides eran significativamente más frecuentes en los PR que en los PN.
El 85,6% del total de pacientes de la muestra traían pautado un tratamiento farmacológico y/o intervencionista específico para el dolor (PN 74,8%; PR 90,5%). La frecuencia por tipo de tratamiento se muestra en la figura 6. En lo relativo al tratamiento farmacológico analgésico, el 46,3% del total de pacientes de la muestra había recibido en el último mes AINE tradicionales (orales el 97,5%) y el 42,5% analgésicos simples. Los AINE, tanto los tradicionales como los COXIB, eran de uso significativamente más frecuente en los PR que en los PN, al igual que los opioides mayores (48,4%, 12,8% y 5,6%, frente a 41,2%, 6,1% y 1,5%, respectivamente). En el global de la muestra el 23,5% había recibido en el último mes tratamiento con opiáceos (menores o mayores).
En cuanto al uso de coadyuvantes destacan FAME y terapia biológica (17%), los corticoides (13%) y los relajantes musculares (12%). Es precisamente en el uso de FAME, terapia biológica y corticoides donde se detectan significativas diferencias entre los PN y los que acuden a revisión. Los corticoides se usan mucho más frecuentemente en los PN (95% frente al 16%). En cambio, FAME y terapia biológica son claramente más usados en los pacientes que acuden a revisión (24% frente al 2%).
De entre las técnicas intervencionistas, las infiltraciones fueron las más frecuentes (9,1% en el global; 10,9% en PR y 5,3% en PN).
Un 26,3% de pacientes de la muestra había recibido en el último mes terapia no farmacológica (significativamente más en PR que en PN; 29,9% y 18,7%, respectivamente). Destaca como más frecuente el uso de las técnicas que tienen que ver con la movilización física, como la fisioterapia (11,1%), la rehabilitación (10,5%) y el ejercicio físico y actividades deportivas (10,4%). La rehabilitación, además, era significativamente más utilizada en los PR, al igual que la práctica de ejercicio físico (respecto a la primera, fue empleada con mayor frecuencia en enfermedad mecánica —12,4% de artrosis y 19,4% de reumatismos de partes blandas— que en artropatías inflamatorias, 8,7%; esta derivación puede explicar, al menos en parte, el predominio de enfermedad inflamatoria en los PR).
En la tabla 4 se muestra el tratamiento prescrito en la visita basal.
Tratamiento prescrito durante la visita basal
Total muestra | PN | PR | Valor de p* | ||||
---|---|---|---|---|---|---|---|
N=1.084 | N | % | N | % | N | % | |
Analgésicos | 595 | 54,9 | 201 | 58,8 | 389 | 53,1 | 0,092 |
Coadyuvantes | 220 | 20,3 | 71 | 20,8 | 149 | 20,3 | 0,934 |
Técnicas intervencionistas | 103 | 9,5 | 41 | 12,0 | 62 | 8,5 | 0,085 |
Tratamiento no farmacológico | 93 | 8,6 | 30 | 8,8 | 62 | 8,5 | 0,957 |
Otros tratamientos | 192 | 17,7 | 61 | 17,8 | 130 | 17,7 | 1,000 |
Categorías no excluyentes
Los datos sobre percepción de dolor controlado y satisfacción con el tratamiento se recogen en la tabla 5.
Percepción de dolor controlado y satisfacción con el tratamiento
Total muestra | PN | PR | Valor dep* | |||||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|
N=1.084 | Me | RI | Me | RI | Me | RI | ||
Grado de alivio obtenido con el tratamiento farmacológicoa | 6 | 4-8 | 5 | 2-7 | 6 | 4-8 | <0,001 | |
Tolerancia al tratamiento seguidob | 8 | 6-10 | 8 | 5-9 | 8 | 6-10 | 0,003 | |
Grado de intensidad de dolor que el paciente considera aceptablec | 2 | 0-4 | 2 | 0-4 | 2 | 1-4 | 0,812 | |
Considera que el tratamiento es suficiente para llevar una vida normal (n=988) | ||||||||
Sí | 475 | 48,1 | 103 | 35,6 | 369 | 53,3 | <0,001 | |
No | 395 | 40 | 142 | 49,1 | 249 | 36,0 | ||
No sabe | 118 | 11,9 | 44 | 15,2 | 74 | 10,7 | ||
Dolor controlado en relación con el dolor previo que permite realizar mayor actividad y disfrutar de actividades de ocio (n=1.038) | ||||||||
Sí | 628 | 60,5 | 153 | 49,4 | 471 | 65,5 | <0,001 | |
No | 410 | 39,5 | 157 | 50,6 | 248 | 34,5 | ||
Estado en que se encuentra con el tratamiento en comparación con el estado anterior (n=1.021) | ||||||||
Muchísimo mejor | 144 | 14,1 | 18 | 6,1 | 125 | 17,4 | < 0,001 | |
Mucho mejor | 291 | 28,5 | 49 | 16,7 | 240 | 33,4 | ||
Ligeramente mejor | 305 | 29,9 | 111 | 37,9 | 191 | 26,6 | ||
Ni mejor ni peor | 219 | 21,4 | 91 | 31,1 | 125 | 17,4 | ||
Ligeramente peor | 35 | 3,4 | 11 | 3,8 | 24 | 3,3 | ||
Mucho peor | 23 | 2,3 | 11 | 3,8 | 12 | 1,7 | ||
Muchísimo peor | 4 | 0,4 | 2 | 0,7 | 2 | 0,3 | ||
Estado actual es satisfactorio teniendo en cuenta todas las actividades de la vida diaria, el nivel de dolor y las limitaciones funcionales (n=1.044) | ||||||||
Sí | 538 | 51,5 | 129 | 40,6 | 406 | 56,6 | <0,001 | |
No | 506 | 48,5 | 189 | 59,4 | 311 | 43,4 |
Se realizó en 490 de los 515 pacientes que cumplían criterios, aproximadamente 3 meses después de la primera (80 días de media entre ambas visitas, con una desviación estándar de 42). La media de intensidad del dolor durante la última semana valorada en EVN era de 4,5 (mayor en PR que en PN; 4,7 frente a 4,1).
En la escala numérica de 11 puntos (de 0 «ningún dolor» a 10 «el peor dolor imaginable») del cuestionario breve para la evaluación del dolor, la mediana (Me) de la intensidad del dolor era de 6 para la intensidad máxima en las últimas 24horas, 3 para la mínima y de 4 para la intensidad media y la actual. La diferencia entre PN y PR es significativa en cuanto a la intensidad máxima, mayor en los pacientes en revisión (6 vs. 5), y también, aunque en menor medida, es significativamente mayor la intensidad de dolor actual. La interferencia del dolor, valorada en el mismo cuestionario (en una escala numérica de 0 «no interfiere» a 10 «interfiere por completo») era mayor en actividades generales, laborales y en la capacidad para caminar (Me=4) que en el estado de ánimo, en el sueño y en la capacidad para disfrutar de la vida (Me=3), y más leve en la capacidad para relacionarse socialmente (Me=2).
El 86,6% había seguido adecuadamente el tratamiento prescrito en la visita anterior, según sus médicos. En el 35,9% se realizaron cambios en el tratamiento pautado desde la visita basal (sobre todo aumento de dosis o frecuencia del establecido) y con más frecuencia en los PN que en los PR.
En la tabla 6 se muestran los datos relativos a percepción de dolor controlado y satisfacción con el tratamiento.
Percepción de dolor controlado y satisfacción con el tratamiento
Total muestra | PN | PR | Valor de p* | |||||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|
N=491 | Me | RI | Me | RI | Me | RI | ||
Grado de alivio obtenido con el tratamientoa | 6 | 4-8 | 6 | 4-7 | 6 | 4-8 | 0,512 | |
Tolerancia al tratamiento seguidob | 8 | 5-9 | 8 | 5-9 | 8 | 6-9 | 0,527 | |
Grado de intensidad de dolor aceptablec | 2 | 1-4 | 2 | 1-3 | 2 | 2-4 | 0,037 | |
Considera que el tratamiento es suficiente para llevar una vida normal (n=466) | ||||||||
Sí | 223 | 47,9 | 87 | 53 | 136 | 45,6 | 0,110 | |
No | 179 | 36,5 | 52 | 31,7 | 124 | 41,6 | ||
No sabe | 64 | 13,1 | 25 | 15,2 | 38 | 12,8 | ||
Dolor controlado en relación a dolor previo (n=483) | ||||||||
Sí | 294 | 60,9 | 107 | 62,9 | 186 | 60,2 | 0,555 | |
No | 189 | 39,1 | 63 | 36,4 | 123 | 39,8 | ||
Estado en que se encuentra con el tratamiento en comparación con el estado anterior (n=484) | ||||||||
Muchísimo mejor | 52 | 10,7 | 19 | 11,2 | 33 | 10,6 | ||
Mucho mejor | 149 | 30,8 | 52 | 30,8 | 95 | 30,5 | ||
Ligeramente mejor | 154 | 31,8 | 53 | 31,4 | 101 | 32,5 | ||
Ni mejor ni peor | 98 | 20,2 | 36 | 21,3 | 60 | 19,3 | ||
Ligeramente peor | 18 | 3,7 | 6 | 3,5 | 12 | 3,9 | ||
Mucho peor | 12 | 2,5 | 2 | 1,2 | 10 | 3,2 | ||
Muchísimo peor | 1 | 0,2 | 1 | 0,6 | 0 | 0,0 | ||
Estado actual satisfactorio (según AVD, nivel de dolor y limitación funcional) (n=483) | ||||||||
Sí | 234 | 48,4 | 86 | 50,6 | 148 | 47,9 | 0,573 | |
No | 249 | 51,6 | 84 | 49,4 | 161 | 52,1 |
AVD: actividades de la vida diaria.
El estudio EVADOR es el primero en España sobre epidemiología del dolor en reumatología con un componente prospectivo y un alcance nacional. Se ha observado una elevada prevalencia del dolor en las consultas no monográficas de reumatología (86% en la última semana y 96% en algún momento de la enfermedad) en dicho estudio, tanto en PN como en PR. Estos datos son muy similares a los del estudio EPIDOR5 en la segunda cifra, pero mejores respecto a la primera (86% versus 95-100%), posiblemente debido a un manejo más adecuado del dolor y sus causas desde 2004. En la mayoría, el dolor dominante es crónico (81%), semejante, también, a los resultados de EPIDOR5.Un estudio holandés muestra una prevalencia de dolor músculo-esquelético crónico de 44% —aunque en población general de dicho país—, alcanzando las causas más frecuentes hasta el 16% en reumatismos de partes blandas, 12% artrosis, 3% artritis y 1% fibromialgia23. Respecto a la intensidad en la última semana, de media, es moderada y ligeramente superior en pacientes nuevos que en revisión; esta diferencia puede explicarse, parcialmente, por la intervención reumatológica en los segundos y la mayor prevalencia de dolor neuropático en los primeros24. En cuanto a la localización más frecuente, manos y columna lumbar, puede deberse, en parte, a que ambas localizaciones pueden afectarse tanto en artropatías inflamatorias como en artrosis, que son los diagnósticos más frecuentemente asociados al dolor dominante. Un porcentaje importante de pacientes tiene dolor continuo (incluida la noche), predomina en reposo y con picos que podríamos definir como incidentales, por lo que cumple características de dolor con importante repercusión clínica.
El tratamiento del dolor es más frecuente y con mayor uso de AINE, infiltraciones y opioides mayores en los pacientes en revisión, condicionado posiblemente por la propia intervención reumatológica y porque el paracetamol es una primera opción frecuente, ayudado quizás por el hecho de que la comorbilidad cardiovascular (especialmente hipertensión arterial) sea la más frecuente, en perjuicio del uso de AINE. Por otra parte, el mayor empleo de AINE contribuiría a explicar la mayor prevalencia de comorbilidad digestiva en los pacientes en revisión. El tratamiento no farmacológico es más frecuente en los PR, probablemente por el hecho de que no suele emplearse como primera elección. Entre los PR existe mayor percepción de dolor controlado y satisfacción con el tratamiento a lo que probablemente contribuya la terapia prescrita por el reumatólogo, en particular corticoides, FAMES y biológicos que, por su eficacia antiinflamatoria, contribuyen muy probablemente a mitigar el dolor (siendo la enfermedad inflamatoria la más frecuente en PR). El 23,5% estaba en tratamiento con opioides en el mes previo a la primera visita, lo cual supone un aumento con respecto a EPIDOR5 (10%), que debe valorarse teniendo en cuenta que la mediana de la intensidad máxima en las últimas 24horas, en ambas visitas, era de 6 (se recomienda el uso de opioides cuando es superior a 59).
Respecto a la visita de seguimiento, la intensidad media del dolor en la última semana era moderada, en relación, seguramente, con el hecho de que menos de la mitad de los pacientes (48%) consideraba que su estado era satisfactorio y el tratamiento recibido suficiente. A pesar de ello solo se había modificado el tratamiento indicado en la primera visita en un 36% de casos, influido posiblemente porque un 61% estimaba que el dolor estaba aceptablemente controlado con respecto al dolor previo. Dicha intensidad del dolor en la última semana es menor en los pacientes nuevos, quizás por la mejor respuesta terapéutica de la afección mecánica, predominante en estos. El grado de intensidad del dolor aceptable es más alto en los pacientes en revisión, probablemente relacionado con el hecho de que la etiología más frecuente en ellos, las artropatías inflamatorias, son mayoritariamente crónicas.
El dolor neuropático aparece en un 12% de los casos, porcentaje superior al observado en población general (7-8%)24. Una posible explicación es que este tipo de dolor aparece, con frecuencias importantes, en entidades reumáticas: artrosis 30%25; fibromialgia 50-75%26; espondilitis anquilosante27 y artritis reumatoide28. Respecto a la catastrofización clínicamente relevante (PCS≥30) en la visita basal es similar a la obtenida en distintas muestras de pacientes con dolor crónico22.
Nuestro estudio presenta, como limitación, la exclusión de las consultas monográficas y la visión algo restringida de las consultas externas de reumatología en nuestro ámbito que ello comporta. El diagnóstico y tratamiento serían más precoces en estas unidades29 y, por ello, el resultado de ciertas variables, como en el manejo del dolor, puede ser distinto. Por lo demás, y salvo el citado Estudio AUDIT29 —realizado en pacientes con artritis reumatoide seguidos en consultas monográficas de AR o enfermedades autoinmunes en una región de nuestro país, y cuyo resultado es el citado—, no hemos hallado otra literatura al respecto. Otra potencial limitación es que, debido al tiempo transcurrido entre la realización del estudio (2012) y la actualidad, ciertos resultados pueden haber variado. Por ejemplo, el empleo médico de opioides para el control del dolor no ha dejado de aumentar en países desarrollados30 por lo que, quizá, en ámbito reumatológico español lo ha hecho también. En particular, y en nuestro entorno, la prescripción de opioides mayores entre los reumatólogos franceses alcanzaba el 66% en 2016, especialmente para manejo de procesos dolorosos agudos (radiculopatías agudas y fracturas vertebrales, con más frecuencia)31. No obstante y hasta la fecha, no tenemos noticia de ningún nuevo estudio similar nacional que renueve los datos aportados por el nuestro.
En conclusión, la prevalencia de dolor en ámbito reumatológico en nuestro país persiste elevada, aunque parece haber mejorado en la última década. El dolor neuropático es relativamente frecuente en procesos reumatológicos y es recomendable no perderlo de vista, porque puede necesitar manejo terapéutico distinto del nociceptivo habitual. El empleo de opioides parece haber aumentado sustancialmente en los últimos años. Los datos de este estudio permiten tener una visión general y comparativa entre enfermedades reumáticas diversas, bajo la perspectiva del dolor como elemento común y fundamental en ellas. Dolor, función, calidad de vida y estado emocional permiten un análisis multidimensional de las enfermedades reumáticas de forma más homogénea. En este estudio se ha podido analizar el impacto del dolor, no como síntoma, sino como proceso neurosensorial complejo, que en los casos crónicos representa un problema en sí mismo. Igual que en determinadas enfermedades reumáticas, como las inflamatorias, hemos llegado a definir estrategias terapéuticas precisas, en el caso del dolor también deberíamos utilizar esta metodología, para mejorar los resultados en salud.
FinanciaciónFundación Española de Reumatología (FER) con el patrocinio de Grünenthal Pharma S.A. La compañía no ha participado en el diseño del proyecto ni ha intervenido en las conclusiones o escritura del informe final y del presente manuscrito.
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener ningún conflicto de intereses en relación con el presente manuscrito.
Comité científico del Estudio EVADOR
Javier Vidal Fuentes (Hospital Universitario de Guadalajara), Jesús Tornero Molina (Hospital Universitario de Guadalajara), Milena Gobbo (Unidad de Investigación. Sociedad Española de Reumatología).
Investigadores del Estudio EVADOR
Miguel Ángel Caracuel, Alejandro Escudero, Desiree Ruiz y Pilar Font (Hospital Universitario Reina Sofía); Ricardo Sánchez Perea (Hospital Clínico de Granada); Miguel Bernad (Hospital Universitario de La Paz); Antonio Fernández Nebro, María Ángeles Belmonte López, Virginia Coret Cagigal y Antonio Ponce (Hospital Carlos Haya); Rosa García Portales y Manuel de Haro Liger (Hopsital Clínico Universitario de Málaga [Virgen de la Victoria]); José Luis Ballina, José Luis Riestra Noriega y Sara Alonso Castro (Hospital Universitario Central de Asturias); Sagrario Bustabad y M. Vanesa Hernández Hernández (Hospital Universitario de Canarias); Jaime Calvo (Hospital de Sierrallana); José Luis Cuadra (Hospital General de Ciudad Real); Javier Vidal (Hospital de Guadalajara); Juana Sampedro Álvarez, Isabel-Pastora Granados Bautista, Daniel Pielfort Garrido, Ángela García Aparicio, Rebeca Belmonte, Azucena Hernández Sanz y José Santos Rey Rey (Hospital Virgen de la Salud); Javier del Pino, Cristina Hidalgo Calleja, Susana Gómez Castro, Carlos Montilla Morales y María Dolores Sánchez González (Hospital Universitario de Salamanca); Cayetano Alegre y Juanjo de Agustín (Hsopital Vall d’Hebron); Manuel Ciria Recasens y Miguel Ángel Campillo (Hospital del Mar); César Diaz Torne y Arturo Rodríguez (Hospital Sant Pau y Santa Creu); Antonio Renau Domingo y Javier García Miguel (Hospital Sagrado Corazón [Sagrat Cor]); Nuria Montala Palau y Montserrat Conde Seijas (Hospital Santa María de Lleida); Gaspar Pérez Lidon y Noelia Vázquez Fuentes (Hospital Universitario de Ceuta); Miguel Ángel Abad, María Torresano y María del Puerto (Hopital Virgen del Puerto); Víctor Quevedo Vila (Hospital Comarcal Monforte); Esther Rodríguez Almaraz, Rosa González Crespo y Beatriz Joven (Hospital Universitario 12 de Octubre); Marcelino Revenga y Javier Bachiller (Hospital Ramón y Cajal); Miguel Cantalejo Moreira, Raúl Veiga Cabello, Pilar Navarro Alonso y Alberto Diaz Oca (Hospital Universitario de Fuenlabrada); Gloria Candelas (Hospital Clínico San Carlos); Virginia Villaverde (Hospital de Móstoles); Alberto Bermúdez y María José Moreno (Hospital Virgen de la Arrixaca); Javier Duruelo Echevarrieta y Elena Garmendia Sánchez (Hospital de Cruces); José Antonio Gonzélez Ferrandez, Francisco Javier Navarro Blasco, José Raúl Noguera Pons y Juan Víctor Tovar Beltran (Hospital de Elche); Esteban Salas Heredia, Gregorio Santos Soler (Hospital Marina Baixa); Pilar Trenor y Noelia Abdilla (H.C.U de Valencia); Miguel Ángel Belmonte (Hospital Gral. de Castellón); Rafael Belenguer (Hospital 9 de Octubre); Juan Antonio Castellano Cuesta, Nagore Fernádez Llanio y Aida Ezzeddine Angulo (Hospital Arnau de Vilanova); Miguel Ángel Polo y Jordi Pons Dolset (Fundación Hospital de Calahorra).