Agradezco el interés despertado por el editorial recientemente publicado en Reumatología Clínica1. Paso pues a comentar las interesantes cuestiones versadas en la elegante carta al editor recién llegada2.
Hace unos meses fui propuesto por los coordinadores de la VIII edición Reumatopics 2019 con objeto de participar en una mesa llamada «Fibromialgia a debate». El formato era el clásico: un ponente a favor y otro en contra. Se me propuso ir en contra de la fibromialgia. Lo consulté con varios colegas: unos me decían que aceptase; otros que no me «metiese en ese jardín». Acepté y la mesa redonda fue un éxito; puede usted comprobar la ponencia en: portaldelsocio.ser.es/reumatopics19. Posteriormente recibí la valoración de los asistentes de la mesa: fue muy bien valorada y lo que es más importante: tendió vínculos entre los partidarios y los contrarios de la fibromialgia. Vínculos de los que carece su carta.
Suelo siempre escribir mis ponencias. Así fue como se lo propuse al Comité Editorial de Reumatología Clínica. Yo mismo escogí el formato de editorial; cabe recordar que un editorial es un artículo breve que expresa una opinión o se interpretan los hechos de otros. El editorial debe ser brillante, claro, argumentado, imperativo o conciliador. Estimula a los lectores emotivamente e intelectualmente; puede ser el origen de sustanciosas reacciones de controversia y debate. El editorial expresa una opinión personal sobre el tema. Es más, entrevé posiciones ideológicas que trascienden la mera argumentación crítica3. En mi humilde opinión el editorial hecho, cumple con las expectativas y satisfecho estoy en haber despertado controversia. Exima de responsabilidad al Comité Editorial de Reumatología Clínica.
Comenta usted la palabra «rescate». Yo no pretendo rescatar nada en mi editorial. Insisto, es una opinión personal, es un relato de la historia de la fibromialgia, tal como lo he vivido yo y probablemente muchos reumatólogos de mi generación. Puede que el concepto de reumatismo psicógeno —creado por los pioneros de la reumatología— fuese equívoco, pero no le quepa la menor duda que sin el concepto de reumatismo psicógeno no existiría a día de hoy la fibromialgia. En la historia de la medicina hay numerosos ejemplos.
Lamento que perciba el escaso conocimiento del escribidor, acerca de la terminología usada. No pretendo que la fibromialgia sea una de mis áreas específicas. Acepto sus comentarios acerca de la nomenclatura, no así en la desautorización que me parece un término inapropiado.
Finalmente me alegra mucho que estemos de acuerdo en el coste económico de la fibromialgia. Son datos que no ofrecen dudas. Las políticas sanitarias llevadas a cabo no han tenido éxito. Por último y no menos importante es un deber de los especialistas dedicados a la fibromialgia y de las sociedades científicas reclutar reumatólogos jóvenes, en otras palabras: hacerla atractiva científicamente. Hecho plasmado en el editorial y que confirma usted con su docta opinión.
Finalizo: «Toda sabiduría, no es nueva sabiduría»4.