La gota es la artritis más prevalente de manera global, se produce por el depósito de cristales de urato monosódico (UMS) en estructuras articulares y extraarticulares, debido al aumento de niveles de ácido úrico en suero por encima de su punto de saturación1. El gold standard para el diagnóstico de la gota sigue siendo la identificación de cristales de UMS en el líquido sinovial2 aunque, en los últimos criterios de clasificación diagnóstica de gota ACR/EULAR se han incluido la tomografía computarizada de energía dual (DECT) y la ecografía como técnicas de diagnóstico aceptadas3,4, las cuales proporcionan una información más exacta acerca de la extensión de la enfermedad, ya que en muchos casos, la extensión de los depósitos de UMS es mayor que la que cabría esperar, afectando a aquellas articulaciones clínicamente silentes5.
El objetivo de nuestro estudio fue evaluar mediante ecografía la afectación articular en aquellos pacientes con mal control clínico de la enfermedad en el momento de inclusión en el estudio a pesar del tratamiento hipouricemiante. Para ello se estudió el grado de depósito cristalino y la afectación ecográfica, así como el nivel de uricemia. Se trató de un estudio observacional transversal de 115 pacientes diagnosticados de gota según criterios ACR6 de un grupo multihospitalario, incluidos entre diciembre 2013 y mayo 2017. El examen ecográfico se realizó según el protocolo de Peiteado et al.7, determinando el número de articulaciones con signos de gota (doble contorno, agregados y/o tofos) y signos de actividad aguda como señal Doppler. También se analizaron variables como edad, sexo, hipertensión, diabetes, enfermedad renal crónica y tiempo de evolución de la enfermedad.
Ciento quince pacientes (112 varones y 3 mujeres) con una edad media de 57±13 años y una media de evolución de la enfermedad de 14±10 años. Todos ellos con mal control clínico de la enfermedad en su mayoría con afectación monoarticular. La afectación ecográfica observada fue: 47 pacientes (40,86%) con presencia de Doppler, 90 con agregados y/o tofos (78,26%) y 53 con signo de doble contorno (42,08%). La media de uricemia fue de 7,4mg/dl. De los 115 pacientes estudiados, 94 presentaron niveles de ácido úrico superiores a 6mg/dl, de los cuales, en el 76,59% se observó una afectación articular extensa. Los 21 pacientes restantes presentaron niveles de ácido úrico inferiores a 6mg/dl, de los cuales, 18 tenían afectación ecográfica extensa (85,71%). La correlación entre uricemia y afectación ecográfica no resultó estadísticamente significativa (OR=0,83; 0,6-1,1) Con lo cual, en este estudio observamos que aquellos pacientes con uricemia dentro de objetivo terapéutico (<6mg/dl) presentaron mayor afectación ecográfica de la esperada.
Una vez diagnosticada la gota, el seguimiento suele ser clínico y analítico, con el fin de mantener los niveles de urato dentro del objetivo recomendado en guías nacionales e internacionales. No obstante, incluso al alcanzar unos niveles de uricemia óptimos, el depósito de cristales de UMS puede mantenerse presente en la articulación8. Es por ello que podemos considerar la ecografía como una herramienta clave para el seguimiento de aquellos pacientes cuyos niveles de uricemia estén en cifras de objetivo terapéutico, pero aún así persista la afectación clínica. Esta técnica nos permite determinar adecuadamente la extensión de los depósitos y la afectación articular en gota, lo que puede apoyar a la decisión de cambio o intensificación de tratamiento, con el fin de alcanzar la disolución de los cristales y la desaparición de la inflamación subclínica9,10. Es además una técnica accesible e inocua que permite una valoración rápida y no invasiva de la magnitud y extensión de la enfermedad, aportando mayor información que el examen físico tradicional.