Con mucho interés leímos la carta al editor publicada en esta revista en marzo del corriente, por los Dres. Martín Guillén, Álvarez de Cienfuegos y Hurtado García1.
El caso nos lleva a hacer algunas reflexiones al respecto. Se trata de una paciente de 59 años al inicio de su enfermedad, con cefalea occipital acompañada de aumento de reactantes de fase aguda, y cuya evaluación médica constató asimetría de pulsos periféricos y también de los temporales.
Tanto la arteritis de Takayasu (AT) como la arteritis de células gigantes (ACG) son vasculitis que afectan predominantemente a vasos de gran calibre2.
Existen diferencias significativas entre estas entidades. La AT afecta generalmente a pacientes menores de 40 años, comprometiendo fundamentalmente la aorta y sus ramas principales, mientras que la ACG afecta a mayores de 50 años y principalmente a las ramas de la arteria carótida externa. Ambas enfermedades afectan predominantemente a mujeres, comparten mecanismos patogénicos, hallazgos anatomopatológicos y tienen semejante respuesta al tratamiento.
Los síntomas típicos de ACG son cefalea, pérdida de la visión, claudicación mandibular y síntomas polimiálgicos. Sin embargo, aproximadamente el 40% de los pacientes presentan manifestaciones consideradas atípicas. Dentro de este grupo el compromiso clínico de la aorta y sus ramas principales se evidencia en el 10% al 15% de los pacientes como manifestación inicial3. Un estudio realizado por Ostberg en necropsias de pacientes con ACG evidenció el compromiso de la aorta en 12 de 13 casos4. Nuenninghoff et al. identificaron en su cohorte de 168 pacientes con ACG que el 27% presentó complicaciones vasculares en los grandes vasos. El 18% presentó aneurisma/disección de aorta y el 13% estenosis5. La mayoría de los casos son asintomáticos y subdiagnosticados, por lo tanto su prevalencia real es desconocida. Los pacientes con estenosis de los grandes vasos, por lo general presentan menor frecuencia de síntomas craneales, menor frecuencia de alteraciones de las arterias temporales en las biopsias y menor elevación de reactantes de fase aguda5.
La detección del compromiso de la aorta y sus ramas aumenta notablemente utilizando estudios complementarios como ultrasonografía, angiotomografía, tomografía por emisión de positrones con 18F-fluorodesoxiglucosa (PET-FDG) o angiografía3,6–8.
Un estudio evaluó 35 paciente con ACG sin tratamiento con corticoides por PET-FDG, y evidenció que el 83% había aumentado la captación de FDG en las grandes arterias. El compromiso de la arteria subclavia y de la aorta se evidenció en el 74% y 54% de los casos, respectivamente. La captación de FDG mejoró a los 3 meses del tratamiento con corticoides6. En otro estudio que evaluó 40 pacientes con ACG el 67,5% presentó compromiso de grandes vasos por angiotomografía, siendo los vasos más comprometidos la aorta (65%), el tronco braquiocefálico (47,5%), las arterias carótidas (35%) y las arterias subclavias (42,5%)7.
En resumen, tratándose de una paciente de 64 años con cefalea que carece de doppler o biopsia de arterias temporales, y cuyos síntomas predominantes son las estenosis arteriales, podríamos estar frente a una AT como fue sugerido, o una ACG con compromiso estenótico de grandes vasos.